domingo, 5 de junio de 2011

Actualidad

Pese a su contemporaneidad, Larra es poco o nada leído en el presente. Su prosa e ideario no poseen ninguna pátina antañona; su ironía sarcástica e iconoclastismo se hallan en la onda de las generaciones hodiernas. Es la temática, sin embargo, así como también el fervor de su sentimiento nacional lo que marcan la frontera insalvable que distancia su obra de la sensibilidad de las hornadas juveniles de nuestros días. Los variados asuntos que abordara su buida pluma poseyeron como común denominador la fustigación de los vicios sociales nacidos de la falta de autoexigencia individual y colectiva. Ya se tratase de la impuntualidad, la incuria o la frivolidad, la ausencia de una voluntad perfectiva y de un firme compromiso con el bien de la generalidad se descubre como raíz última de unos comportamientos nocivos para el adelanto de la sociedad y el progreso del país.






Para el observador objetivo de la historia, puede repeler el hecho de que Larra creyese que los franceses podían tener algo que enseñar en la forma de gobernarse a los españoles; pero lo triste es que así era. La clase política comenzaba a roer las entrañas de la patria –como Larra denuncia en toda su obra- y, para el extranjero europeo civilizado, el español –como hoy- era incomprensible espectador pasivo de todo (Fígaro lo denuncia, como decimos, a lo largo de todos sus escritos, pero magistral y famosamente en “Vuelva usted mañana” donde hace reír a todos y llorar a –como siempre- los desdichados lúcidos). Un paralelismo más con hoy en día, siglo XXI, es claro: la fama del Imperio actual está en declive y parece fácil aventurar que la propaganda de dentro de unos años venderá de manera general a los EE.UU., como ya se hace hoy, como el mal absoluto, pasado. Sin embargo, desde hoy podemos decir a esa gente del futuro que, aprendiendo de ellos, nos podrían haber enseñado grandes cosas –como han hecho en bastante medida y como hizo en su día Francia a España, pero no llegará el día en España en que el político corrupto pague de verdad su delito-.

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